¿Por qué el Gobierno estadounidense ofrece por el coronel Maximiliano Dávila una recompensa igual a la que ofreció por el “Chapo” Guzmán? ¿Por qué uno de los supuestos principales lugartenientes de Dávila, el exmayor Omar Rojas, fue llamado el “Pablo Escobar” boliviano por investigadores colombianos? Desde hace más de 25 años que los presuntos narcos bolivianos no hacían los deméritos suficientes como para alcanzar semejantes consideraciones. Es más, en todo ese tiempo, no se volvió a hablar de “peces gordos” del narcotráfico en el país.
Así, Dávila, exdirector de la Fuerza de Lucha Contra el Narcotráfico, entra en un selecto grupo de los más requeridos por la justicia estadounidense. No sólo el precio que le asignó uno de los programas de recompensas de EEUU es igual al del más importante narco mexicano de los últimos años. Estados Unidos también ha ofrecido 5 millones de dólares a quien dé información sobre, por ejemplo, Amir Muhammad Sa’id Abdal-Rahma al-Mawla. Se trata del segundo cabecilla del Estado Islámico de Irak y Siria, más conocido como ISIS por su sigla en inglés.
Claro, cuando ya ascendió a cabeza de ISIS el precio de los datos sobre Abdal-Rahma al-Mawla subió a 10 millones de dólares. O sea, a Dávila parece que lo ubicaron en un segundo o tercer peldaño de importancia. Algo así también sucedió, por ejemplo, con el venezolano Maykel Moreno, presidente del Tribunal de Justicia de aquel país, tasado también en 5 millones. Mientras que el precio por el vicepresidente Tareck El Aissami o por el presidente del Congreso venezolano, Diosdado Cabello, es de 10 millones.
Por el presidente venezolano, Nicolás Maduro, EEUU ofreció, ya en marzo de 2020, 15 millones de dólares. Washington acusó al mandatario venezolano de dirigir el llamado Cártel de los Flores. Aún no se sabe a quiénes las autoridades estadounidenses ubican por encima de Dávila en estas narcojerarquías. Sin embargo, la agencia antidrogas de EEUU, DEA, dejó deslizar algo en los reportes de los agentes que conversaron con Dávila y Rojas. Según la DEA, Dávila y Rojas “describieron sus extensas experiencias de narcotráfico y sus conexiones con los más altos niveles del Gobierno boliviano”. Dávila, valga apuntarlo, es el tercer exdirector nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico que cae por ese delito.
¿Socios transcontinentales?
La lista de presuntos narcos y terroristas requeridos por EEUU ubica a Dávila junto a figuras que parecieran muy distantes en espacio y causas. También están allí, por ejemplo, Muhammad Kawtharani, catalogado como un “líder de alto rango” de las fuerzas de Hezbollah y por quien ofrecen 10 millones de dólares. Igualmente ha ofrecido una compensación monetaria de hasta 15 millones de dólares por información que pueda ayudar a interrumpir el aparato financiero del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán y su temible Fuerza Quds. Y están entre estos virtuales “más buscados” por la primera potencia mundial dos líderes de los residuos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC): Seuxis Hernández Solarte, alias “Jesús Santrich”, y Luciano Marín Arango, más conocido como “Iván Márquez”.
Sin embargo, las distancias entre Dávila y Rojas con Hezbollah, Irán y los guerrilleros colombianos se acortan al considerarse las nuevas rutas de la cocaína. “Bolivia se ha convertido en una especie de ‘hub de la cocaína’, un concentrador de droga -dice Jaime Pérez (nombre ficticio), exparlamentario y exautoridad, aplicado a temas de seguridad-. Desde aquí, especialmente del eje Cochabamba-Santa Cruz, se distribuye cocaína peruana y colombiana, marihuana paraguaya y también se produce cocaína fina. De Bolivia salen seis rutas principales que alimentan los mercados de los países vecinos y los que en años recientes se abrieron en otros continentes. (…) Por eso, se ha constatado la presencia de ‘emisarios’, como decía el ministro Carlos Romero, de todos los cárteles continentales. Pero, además, tal cual denunciaron diversos organismos de seguridad, sumaron guerrilleros de las FARC y militantes de la organización Hezbollah así como operadores iraníes”.
El grupo terrorista Hezbollah ha sido identificado como uno de los que más se ha aplicado en Oriente Medio a producir y comerciar drogas. Es considerada la organización terrorista más acaudalada del planeta. Su principal territorio, el Valle de Bekaa, en Líbano, constituye una de las mayores zonas de producción de opio y marihuana del mundo. Sus rutas de narcotraficantes se orientan también hacia Europa para obtener buenas ganancias. La DEA identificó en 2016 una estructura jerárquica dentro de Hezbollah que está a cargo de sus operaciones ilícitas, al menos, desde 2007. Además, tiene una relación directa de logística, negocios y preparación con la fuerza Quds de Irán.
Muy activos desde 2006
Ya en junio de 2006, el exjefe de operaciones de la DEA, Michael Braun, aseguró ante legisladores estadounidenses que Hezbollah estaba “moviendo toneladas de cocaína” de América del Sur a Europa y que había desarrollado uno de los “esquemas de lavado de dinero más sofisticados que jamás se haya visto”. Al parecer, ya con el esquema plenamente consolidado, los más recientes informes de la DEA han señalado que se identificó negocios con mafias latinas. Citan al cartel de Los Zetas de México y la Oficina de Envigado, de Colombia. Además, se asegura que operadores de Hezbollah sellaron acuerdos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las FARC residuales.
A partir de ese 2006, en diversas oportunidades, surgieron denuncias de la presencia de operadores iraníes y de Hezbollah en Bolivia. Por ejemplo, el 17 de mayo de 2012, el diario italiano “Corriere della Sera” publicó un informe sobre la presencia del grupo terrorista libanés en Bolivia, Brasil y Colombia. Señalaba, además, que los servicios de Inteligencia de América Latina “elevaron sus niveles de alerta” por esa presencia. Por esos años, también llamó la atención en Bolivia una creciente como polémica presencia de operadores iraníes de alto nivel.
El 18 de febrero de 2011, el ministro de Gobierno de Irán, Ahmad Vahidí, llegó a Bolivia. Vino nada menos que a participar de la inauguración de la Escuela de Defensa de la Alianza Bolivariana ubicada en Santa Cruz. El hecho desató un conflicto diplomático de proporciones con Argentina por el notable perfil de Vahidí. Había sido jefe de la Fuerza Quds cuando se perpetró el atentado, el 18 de julio de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que causó 85 muertos.
En noviembre de 2006, el juez federal argentino Rodolfo Canicoba Corral lo consideró uno de los responsables intelectuales del ataque en Buenos Aires. Aquel atentado fue orquestado tanto por la fuerza Quds como por su inseparable socia Hezbollah. Las investigaciones del fiscal Alberto Nisman (muerto en 2015 por presunto suicidio) describieron detalladamente la conducta de Vahidí en aquel atentado. Hace cinco meses Ahmad Vahidí fue ratificado como ministro de Gobierno por el nuevo gobierno iraní.
La conexión iraní-libanesa llegó también significativamente a Colombia. El analista estadounidense Joseph M. Humire, en un artículo publicado en noviembre en diversos medios internacionales, ha señalado: “Dentro de los archivos recuperados en octubre de 2020 por el Ejército colombiano en el computador del comandante del ELN asesinado, alias Uriel, se revelaron audios diciendo que en Irán “están muy abiertos” a proveer al ELN con viajes todo pago para recibir entrenamiento. Posteriormente, el 29 de julio de 2021, el Ejército colombiano incautó otro computador, pero esta vez del líder de las disidencias de las FARC, alias Gentil Duarte, donde descubrieron comunicaciones del pasado diciembre, declarando que las disidencias habían establecido ‘relaciones diplomáticas’ con Irán”.
De norte a sur
Más adelante Humire, un especialista en temas de seguridad, añade que las FARC y Hezbollah tienen una larga historia de colaboración. Esta data desde el atentado a la AMIA. Entonces se comprobó que un colombiano llamado Salman Raouf Salman, actuaba como operador de Hezbollah, trabajó con las FARC para contrabandear explosivos provenientes del Líbano hasta el área de la triple frontera para usarlos en el ataque en Argentina. Luego añade más ejemplos de colaboración entre ambos grupos terroristas que llegan hasta años recientes.
Las nuevas revelaciones tuvieron tanto efecto que el ministro colombiano de Defensa, Diego Molano, declaró en noviembre de 2021 que Irán y Hezbollah son enemigos de su país. Y si así se dejaron sentir en Colombia, Venezuela y más al norte aún, también han dejado una innegable estela al sur. Más precisamente las células de la organización islámica han sido ubicadas en la paraguaya Ciudad del Este donde está la triple frontera con Argentina y Brasil. Y para unir esos dos extremos sudamericanos la ruta más directa, menos protegida y más funcional de todas es Perú-Bolivia-Paraguay, con Bolivia como eje estratégico. Un eje que el analista Manuel Morales Álvarez ha destacado que “permitió la globalización de los mercados de la cocaína al llegar a otros continentes”.
“Vienen de Colombia y la sierra central de Perú hacia las ‘cocinas’, donde se depura la pasta base, ubicadas alrededor de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia -ha escrito el periodista Gustavo Sierra en un reportaje sobre Hezbollah para el portal Infobae-. Desde allí pasan a Paraguay. Llegan fácilmente a Ciudad del Este, cruzan el Puente de la Amistad hacia Foz do Iguaçu con destino a San Pablo, en Brasil, y el puente Tancredo Neves hacia Puerto Iguazú en Argentina. Desde la ciudad misionera, el Paraná hace el resto. La cocaína baja en lanchones hasta los puertos de los alrededores de Rosario o va directamente a Buenos Aires donde esperan los buques repletos de soja para camuflar la carga que les dará las mayores ganancias”.
El texto remarca la importancia de una plaza tan estratégica como la de la Triple Frontera. “En este momento se la disputan los dos grandes cárteles brasileños, el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV) -añade Sierra-. Pero también hay otros actores que participan del negocio, desde grupos bolivianos y paraguayos hasta agentes del Hezbollah libanés que envían cargamentos a sus propias organizaciones en Europa, Medio Oriente y Asia”.
Las preguntas del momento
Y es justamente en esa ruta en tiempo y espacio tan hezbolleana e iraní donde caben Dávila y Rojas. El cártel boliviano, con sus respectivos “Chapo” y “Pablo Escobar”, llamó la atención de los agentes de la DEA por sus alcances y jactancia de poder. De hecho, la madeja empezó a desenredarse en marzo de 2021 cuando Rojas fue capturado en Colombia.
La organización de Dávila, Rojas y quienes resulten sus superiores, en paralelo con Hezbolla y Quds, salta de lo sudamericano hacia lo continental.
“En años recientes, EEUU había, de alguna manera, relajado su presión sobre Bolivia porque la cocaína que salía del país se iba básicamente a Brasil -dice Pérez-. Pero, de pronto, surge una especie de cártel boliviano con operadores centrales como Rojas y Dávila, asociados a un viejo pez gordo como ‘Techo ‘e Paja’ Roca que han abierto rutas hacia Estados Unidos. Se informó que Rojas se reunió con gente del ELN y las FARC y que Dávila tenía prácticamente controlado el territorio boliviano. Sus ‘servicios’, tal cual ha citado la revelación colombiana, incluyen la droga, los aviones, protección y venta de armas”.
Es decir, la ruta Hezbolla con un añadido: se habla de un extraño tráfico de armas hacia un país donde la venta de armas es libre. Se habla de protección y dotación de ametralladoras en un tiempo en el que esos servicios los proveían organizaciones asociadas. Un megaescándalo que, de pronto, puso de cabeza a los políticos bolivianos y abrió una ola de interrogantes de imprevisible respuesta.
¿Las coincidencias entre la ruta de Dávila y Rojas con las operaciones de Hezbollah son sólo eso, algo más fuerte o mucho más? ¿En qué socios bolivianos apoyan sus labores en el estratégico corredor boliviano los operadores de Hezbollah? ¿Será extraditado Dávila, hoy detenido en Bolivia acusado por legitimación de ganancias ilícitas? ¿Las nuevas operaciones de la DEA son fruto de las confesiones de operadores venezolanos y bolivianos (incluido el exministro Arturo Murillo) recientemente detenidos en EEUU? ¿La DEA y otros organismos de inteligencia estadounidenses tienen ya identificados a los jefes de Dávila y Rojas?
Tomado de Los Tiempos