“No tomo nunca más”, es una frase muy frecuente después de haber consumido alcohol en exceso; sin embargo, pocas veces la promesa es cumplida.
La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define a la resaca como el malestar que se padece cuando alguien ha bebido en exceso, aunque en ocasiones como carnaval esa definición se queda corta.
La ingesta de demasiado alcohol provoca un estrés oxidativo en el cuerpo y deshidratación, lo que aumenta la actividad de los radicales libres. El médico chileno Ricardo González, en contacto con La Tercera de Chile, señala que ese es el motivo para que al despertar se sientan náuseas, dolores de cabeza o en el cuerpo, e incluso fiebre.

Las reacciones son variadas en las personas, aunque es importante señalar que existe una relación directa entre la cantidad de alcohol consumido y el malestar, la edad también afecta, los más jóvenes se sobreponen más fácilmente. Otro aspecto llamativo es que los malestares comienzan a sentirse cuando el nivel de alcohol en la sangre va disminuyendo.
Tomando en cuenta todo esto te compartimos estos consejos:
Agua, siempre agua
Como se mencionó anteriormente gran parte del malestar se debe a la deshidratación que produce el alcohol, por lo que lo más importante para esquivarla es mantenerse hidratado.
El viejo truco de un vaso de agua después de un vaso de alcohol sirve, dice González, pero de forma parcial. “Estamos haciendo una compensación que ayuda, pero en la ecuación también figuran la formación de radicales libres, que no se desactivarán con el agua”. De todas formas, si prevenimos la deshidratación “lo más probable es que tengamos menos síntomas”.
“El alcohol promueve la micción —las ganas de orinar— porque inhibe la liberación de vasopresina, una hormona que disminuye el volumen de orina producido por los riñones”, agregan en el artículo de Harvard.
Si este cuadro de resaca incluye diarrea, sudoración o vómitos, “es posible que se esté aún más deshidratado”. Siendo así, siempre será buena idea tomar agua durante la velada, aunque sea de a pequeños sorbos.
Comer no previene la resaca, pero ayuda
“El alcohol es una sustancia que se absorbe muy rápido por el tracto gastrointestinal”, comenta González. Por lo tanto, “al comer una comida grasosa o más pesada, lo que voy a conseguir es que la absorción del alcohol sea un poco más lenta, pero si la cantidad de alcohol ingerida es muy alta, no voy a prevenir una resaca”.
Un buen desayuno al día siguiente
“Beber puede reducir los niveles de azúcar en sangre, por lo que, en teoría, parte de la fatiga y los dolores de cabeza de una resaca pueden deberse a un cerebro que funciona sin suficiente combustible inicial”, explican en el artículo de HHP.
Para reestablecer ese estanque de energía es necesario, además de mucha agua, nutrirlo adecuadamente, por lo que ingerir un buen desayuno puede ser una buena manera de volver los niveles de azúcar, vitaminas y minerales a la normalidad.
Alimentos ricos en agua
“Todos los alimentos que tengan un gran porcentaje de agua, como la fruta, las verduras, ayudarían a disminuir los síntomas”, comenta González. En algunos sitios se recomiendan espárragos, mango o sandia para soportar la caña al otro día, alimentos naturales que tienen un alto contenido en agua.
¿Tomar más alcohol?
Este es un viejo truco que muchos aplicaban. En principio de esta creencia es que la resaca es en parte un síndrome de abstinencia de alcohol. Desde Harvard señalan que, si bien puede haber algo de verdad en este mito, es desaconsejable porque más que evitar la caña sería algo como estirar el chicle.
Es decir, más que aliviar la cruda, lo que uno hace al seguir bebiendo alcohol es postergar el malestar para más tarde y en algunos casos no solo postergarlo sino agravarlo.
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