La convivencia entre los vecinos puede ser en algunos casos difícil y si no se llegan a algunos acuerdos que permitan “llevar la fiesta en paz”, las situaciones que parecen sencillas de resolver pueden desencadenar en verdaderos conflictos, como es el caso de un condominio en la ciudad de Caracas, Venezuela, donde un simple sticker terminó provocando un proceso penal.
Esta historia fue contada por la venezolana Alejandra Pérez en un hilo de Twitter que se publicó el miércoles y hasta la tarde de este jueves 25 de mayo ya había sido visto por más de un millón de personas.
Según cuenta Alejandra, el origen del problema fue el grupo de WhastApp del condominio, ya que es en este lugar virtual donde se genera la hostilidad. Ella señala especialmente a una vecina que cuando existe algún inconveniente llega para atizar más el problema.
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Fue un día en que en el grupo de WhatsApp estaban peleando por el lugar en el parqueo de movilidades, ya que uno de los vecinos había usado el puesto de otro sin avisarle. La discusión era porque varias personas no tenían un lugar de estacionamiento fijo y otros sí, unos señalaban lo que decía la normativa interna o pedían empatía entre vecinos.
Durante la madrugada, la vecina más conflictiva, escribió un largo texto para explicar cuáles eran los alcances de lo que decía el contrato de todos los habitantes en el edificio e incluso publicó una foto con los puestos de estacionamiento designados para cada familia. Tras la explicación fue que se le ocurre a uno de los vecinos responder con un sticker, ¿cuál? el de Pablo Escóbar, el famoso narcotraficante colombiano, mientras escribe en una libreta y se leen las palabras: anotado.
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Siendo más precisos, el sticker en realidad representaba a Pablo Escobar, ya que muestra al actor Andrés Parra haciendo del narcotraficante en la novela El Patrón del Mal.
El sticker había sido usado para señalar que se tomaba nota de la explicación, pero la vecina interpretó que era una advertencia. “El sicario Pablo Escóbar era conocido por llevar una lista en donde, todo aquel cuyo nombre estuviera escrito ahí, lo mandaba a matar. ¿Esto es una amenaza?”, respondió indignada.
Pero no se quedó ahí sino que presentó una denuncia por amenazas ante la Policía de Venezuela, que fue aceptada. Un día, hasta la puerta de la casa del hombre que envío el sticker llegaron las autoridades para notificarlo.
El caso al final terminó en una audiencia judicial en la que la vecina se enfrentó al hombre que “la amenazó”.
Según contó Alejandra, vecina del hombre y autora del hilo, al final todo terminó en un proceso judicial en el que se concilió el asunto y la Justicia ordenó que el grupo de WhatsApp “fungiera como de comunicación oficial, limitando gran parte de las interacciones”, es decir nada de respuestas ocurrentes ni memes.
“Nadie fue preso, tampoco nadie ha vuelto a usar “el sticker del sicario”, concluye contando la tuitera.
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