La gestión 2025 marcó un punto de inflexión para el sector agropecuario boliviano, con una recuperación productiva impulsada principalmente por condiciones climáticas favorables, aunque sin lograr todavía los niveles alcanzados en el año 2023.
Así lo establece el informe de evaluación anual presentado por la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), que subraya avances importantes, pero también persistentes limitaciones estructurales.
Producción
De acuerdo con el reporte, el área cultivada total llegó a 3,14 millones de hectáreas en 2025, lo que representa un incremento del 13,06% respecto a 2024, un año golpeado por una de las peores sequías registradas en las últimas décadas. Sin embargo, frente a 2023, el aumento fue marginal, de apenas 0,13%.
En 2025, la producción total alcanzó 16,32 millones de toneladas, un crecimiento del 20,37% en comparación con 2024, pero todavía un 1,54% por debajo de los niveles de 2023, cuando se logró un volumen de 16,58 millones de toneladas.
De acuerdo con el informe, el desempeño positivo estuvo marcado por una fuerte expansión en la superficie sembrada durante las campañas de verano e invierno, con incrementos de 7,86% y 23,86%, respectivamente. Algunos cultivos destacaron de manera particular, como el algodón, cuya área sembrada creció más del 120%, seguido por el sorgo, el maíz y la soya, todos beneficiados por mejores rendimientos asociados a un clima más benigno.
En el ámbito pecuario, el informe refleja un crecimiento del 3% en la producción de carne de res y cerdo, mientras que la carne de pollo aumentó un 7%. En contraste, la producción de leche cayó un 13%, evidenciando desequilibrios internos que todavía afectan al sector.
Problemas en 2025
La CAO advierte que, pese a esta recuperación parcial, la gestión 2025 estuvo marcada por un contexto económico adverso, caracterizado por la escasez de dólares y combustibles, una inflación acumulada cercana al 20% hasta noviembre y fuertes tensiones financieras que impactaron en los costos de producción.
A esto se sumó la volatilidad del tipo de cambio paralelo, que recién comenzó a mostrar una tendencia a la baja en los últimos meses del año, con la llegada de un nuevo gobierno.
Mirando hacia adelante, las proyecciones para la campaña de verano 2026 son moderadamente optimistas. El sector agrícola prevé sembrar alrededor de 1,86 millones de hectáreas con cultivos industriales, lo que implicaría un crecimiento del 4,06% respecto al verano anterior.
Proyecciones
Este escenario, según la CAO, dependerá de la consolidación de políticas públicas que liberen exportaciones, eliminen cupos y establezcan reglas claras para incentivar la producción. Estos puntos dependerán de las decisiones que asuma la gestión del presidente Rodrigo Paz Pereira.
El informe insiste que, de aplicarse de manera inmediata medidas estructurales que impulsen al sector productivo, el agro podría convertirse nuevamente en un motor de crecimiento económico, generación de empleo y seguridad alimentaria.
De lo contrario, el sector advierte que la fragilidad actual podría derivar en mayores afectaciones a la producción de alimentos, con impacto directo en toda la economía nacional.
La Razón








