El juicio a 28 personas sospechosas de estar implicadas en el asesinato del embajador ruso en Turquía empezó este martes, dos años después de un crimen detrás del cual Ankara ve la mano de su enemigo jurado, el predicador Fetulá Gülen.
El embajador Andrei Karlov fue asesinado el 19 de diciembre de 2016 por un policía turco, fuera de servicio ese día, durante la inauguración de una exposición en el centro de la capital turca.
El asesino, Mevlüt Mert Altintas, gritó «Alá Akbar» (Alá es grande, en árabe) y afirmó querer vengarse por la situación en Alepo, a punto de ser completamente tomada por el régimen sirio con el apoyo de Moscú. Fue abatido por las fuerzas de seguridad en el lugar del crimen.
Las espectaculares imágenes en directo del asesinato dieron la vuelta al mundo.
Turquía designó casi inmediatamente como culpable a la red del predicador Fetulá Gülen, considerada por las autoridades turcas como un «grupo terrorista», y a la que también atribuyen el fallido golpe de Estado del 15 de julio de 2016.
El asesinato del embajador Karlov sacudió al país, que justo se estaba recuperando del sangrienta intentona golpista unos meses antes y había sido blanco de una serie de atentados.
Doce de los 28 sospechosos juzgados están acusados por «pertenencia a una organización terrorista» y los otros por «intento de derrocar el orden constitucional» y asesinato o intento de asesinato «con un objetivo terrorista», según el auto de acusación.
De ellos, trece están actualmente en detención preventiva.
En el primer día de este juicio, que durará toda la semana, seis personas fueron interrogadas. Negaron tener vínculos con el asesino y con el movimiento de Gülen, aunque algunos de ellos admitieron que el predicador se acercó a ellos.
«Caos»
Según el auto, el objetivo de este asesinato fue crear un «entorno de caos» y «romper» las relaciones bilaterales entre Turquía y Rusia al provocar un conflicto entre los dos países.
La viuda de Karlov, Marina Karlova, apoyó esta hipótesis en una entrevista en la televisión Rossiya-24.
«Creo que el objetivo de este asesinato era romper estas negociaciones y hundir las relaciones entre Rusia y Turquía», declaró.
El fiscal de Ankara pide cadena perpetua para todos los acusados.
El crimen tuvo lugar cuando las relaciones entre Ankara y Moscú estaban muy tensas, tras la crisis desatada por la destrucción de un bombardero ruso por la aviación turca en noviembre de 2015 por encima de la frontera turco-siria.
Desde entonces, la situación ha cambiado Turquía y Rusia han reforzado su cooperación, especialmente en Siria, aunque los dos países apoyan a bandos opuestos.
Gülen, quien reside en Estados Unidos desde hace unas dos décadas, es uno de los sospechosos en este proceso.
En abril de 2018, las autoridades turcas emitieron una orden de arresto contra él en el marco de la investigación del asesinato de Andrei Karlov.
Moscú nunca ha apoyado públicamente la pista de Gülen presentada por Turquía. Investigadores rusos colaboraron en la investigación turca pero, como lo indica Selim Koru en un informe del Foreign Policy Research Institute, «si hicieron hallazgos diferentes, no lo dijeron».
Desde 2016, decenas de miles de personas han sido detenidas acusadas de estar vinculadas con la red de Gülen. Tanto los grupos de defensa de derechos humanos como los aliados occidentales de Ankara han criticado duramente estas detenciones.
La Razón
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